El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar
Hoy Jesús nos presenta una enseñanza de suma exigencia y radicalidad: nos advierte de las consecuencias de ser motivo de escándalo para aquellos que de corazón humilde y confiado, sin una gran preparación, han confiado en Dios. Escándalo que puede ser provocado desde una enseñanza contraria a la voluntad de Dios y de la enseñanza de la Iglesia, hasta un abuso a un crío, pasando por cualquier gesto o palabra grotesca en disonancia con lo que se supone debe ser una persona que habla como representante de Cristo o de su Iglesia.
Seguidamente Jesús con palabras también muy contundentes y llamativas nos muestra la dificultad que entrañará alcanzar el cielo para todos aquellos que antes no hayan o hayamos luchado por salir de esas tendencias o vicios que nos llevan a caer en el mismo pecado una y mil veces.
Con los ejemplos que Jesús nos pone de sacarse el ojo o cortarse la mano, nos está señalando que no podemos ser condescendiente con nosotros mismos, que debemos luchar con radicalidad frente a dichas tendencias, vicios o pecados. Así, pues, se trata de cortar de raíz y sin contemplaciones con todas aquellas situaciones, personas, lugares y medios que nos pongan en peligro de pecar.
Para finalizar decir, que el fuego que mantiene el sabor de la sal, que somos los cristianos, es el fuego de la prueba, mantenerse firme en la fe presentando batalla a las tentaciones y a las contrariedades de la vida, hace que no caigamos en la indiferencia y en la acidia del derrotismo.
Oración: buenos días mi querido Jesús, mi amor y mi vida. Tú eres bueno Señor, conoces lo que yo solo se de oídas y no he experimentado aún, sabes que el pecado nos separa de tí y nos aleja del gozo de la vida eterna. Si nos hablas con palabras y ejemplos tan extremos es, precisamente, porque me amas y procuras mi salvación, mi alegría, mi paz y mi libertad, la libertad de los hijos de Dios para dejarse llevar como la brisa, mansa y suave, de tu amor.