En el evangelio de hoy Jesús enseña a sus discípulos como deben rezar, y lo hace con la oración del Padre Nuestro, no sin advertirles antes, que son necesarias pocas palabras para comunicarnos con Dios, ya que Él conoce todas nuestras necesidades de antemano. Es más, en ocasiones puede que esa oración la empleemos, en nuestra forma de conocer limitada (limitada por el espacio, el tiempo, la materia, y nuestros propios sentimientos y emociones), en cosas que no nos conviene pedir o que, incluso, la utilicemos como una manera de lavar nuestra conciencia para justificarnos ante Dios.

Jesús les enseña una oración sencilla, que hasta un niño de corta edad puede aprender, pero que a su vez es perfecta, porque viene de Dios y, si se hace con fervor, toca el corazón de Dios.

Desmenuzándola un poco, Jesús nos acerca a Dios tratándolo y nombrándolo como Padre (algo que hasta entonces ni siquiera el pueblo Israelita se había atrevido). Seguidamente Jesús nos pide que Santifiquemos su Nombre, y sabemos por la palabra de Dios que la mejor manera de santificarlo es con adoración, alabanzas, himnos, acción de gracias, y con las buenas obras que él nos pide. Después Jesús se dirige al Padre diciendo que venga sobre nosotros su Reino, y lo hace en plural porque todos, en Jesucristo, formamos una familia cuya cabeza es él mismo; de esta manera con un solo corazón le invocamos que venga sobre nosotros el Reino de paz, amor y Justicia que el quiere para nosotros, un amor, una paz y una Justicia diferente, como nos dice en otra parte, a la que enseña el mundo. Sigue Jesús pidiendo al Padre que se haga su voluntad, porque Él sí que conoce, por ser Dios y porque no tiene limitaciones, que es aquello que nos conviene; y que se cumpla ésta tanto en la tierra como en el cielo, lo cual desmiente a todos aquellos que dicen que el cielo y la tierra están aquí. El pan nuestro de cada día danos hoy, prosigue, sólo tenemos este día, porque sólo Dios sabe si vamos a vivir mañana, por eso debemos estar preparados y pedir el pan de hoy, tan necesario para llevar acabo nuestra actividad cotidiana. Ya casi concluyendo la oración Jesús dice: Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido, y aunque no hay comparación entre ofender a Dios y ofender a un hermano porque la criatura no está en el mismo rango -digamos de «honorabilidad» por emplear alguna palabra- que su creador; aún así Jesús nos invita a pedir al Padre que tenga en consideración todas esas veces que enterramos nuestro orgullo y pedimos perdón a un hermano cuando lo ofendemos. Finalmente Jesús finaliza la oración, pidiendo al Padre que no nos deje caer en la tentación y que nos libre del mal, que importante es que Jesús concluya con esta petición ¿Por qué cuantas veces al día, estamos expuestos, y más hoy con los medios de comunicación, a caer en la tentación y dejarnos arrastrar por nuestros instintos y deseos, así como también, por las instigaciones del enemigo del alma? ¿Y cuantas otras veces expuestos, igualmente, al mal por el infortunio de los elementos, o por malas decisiones propias y ajenas?

Tan importante es para Dios que vivamos reconciliados, que Jesús nos advierte, concluyendo este Evangelio, de que si no perdonamos a los demás, en otra parte dice que también a los enemigos, tampoco el Padre que está en el Cielo nos perdonará

Oración:

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.

https://evangeliodeldia.org/SP/gospel/2022-03-08

Acerca de renaceralaluz

Decidí hace ya mucho tiempo vivir una vida coherente en razón de mis principios cristianos, lo que quiere decir que intento, en la medida que alcanzan mis fuerzas, llevar a la vida lo que el corazón me muestra como cierto: al Dios encarnado en Jesucristo con sus palabras, sus hechos y su invitación a salir de mi mismo para donarme sin medida. Adagio: El puente más difícil de cruzar es el puente que separa las palabras de los actos. Correo electrónico: 21aladinoalad@gmail.com

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