En el evangelio de hoy Jesús nos invita a hacer la diferencia con los paganos, los que ahora se autodenominan ateos y agnósticos. Diferencia que no nace de sentirse, clase o élite; es decir de la vanidad y el orgullo, hijos de la rebeldía, de la autosuficiencia y, para algunos, en última instancia de la ceguera espiritual.
La diferencia a la que estamos llamados es a ser perfectos en el amor, así como lo es nuestro Padre celestial, que hace salir el sol, y caer la lluvia sobre buenos y malos. Y si esto hace nuestro Padre con nosotros que somos pecadores, cuanto más aún estamos llamados nosotros, como nos pide Jesús, a devolver bien por mal; en sus palabras de hoy, en amar y pedir a Dios por los que nos ponen la zancadilla o nos hacen la guerra. De esta manera, la diferencia está en imitar, como Jesús nos pide hoy, el amor perfecto de Dios; amor que no se encuentra en la compensación personal, sino en buscar la paz, que da lugar al bien de todos.
Oración: buenos días mi Señor gracias por este espléndido día, por tú amor y por tus enseñanzas, que nos hacen salir de nosotros mismos para que todos podamos ganar; ganar en el amor, porque es la única manera de encontrar esa felicidad tan añorada que buscamos y pedimos. Señor cambia nuestro corazón egoísta, por un corazón generoso, capaz de ponerse en el lugar del hermano. Líbranos Señor, de los celos, la envidia y del rencor: se que no es fácil pero dedicaré un hueco cada día, para pedir por aquellos que maquinan contra mi, o simplemente no me caen bien. En tu amor de Padre y Madre los abrazaré aunque de momento sea mentalmente.