«Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, aunque resucite alguno de entre los muertos, tampoco se convencerán»

Hoy Jesús nos relata las consecuencias de nuestras acciones más allá de esta vida mortal, acciones que responden a nuestra falta de amor, en definitiva a nuestra indiferencia con respecto a la llamada a la conversión que Jesús nos pide constantemente. Y lo hace por medio, como él suele, de una parábola que muchos ya conocemos, la del Rico Epulón y el pobre Lázaro. De este modo, mientras el rico se consumía en un lugar de tormento por no atender en vida la necesidad del pobre Lázaro, este último gozaba en el Seno de Abraham del bienestar que no pudo tener en este mundo (lugar donde descansaban los justos antes que Jesús con su sacrificio nos abriera de nuevo las puertas del cielo).
El toque de atención de este Evangelio viene, especialmente, en la segunda parte del mismo, ya que a pesar de las advertencias de Jesús, muchos no han cambiado ni un milímetro su posición y siguen con el corazón cerrado a las necesidades de aquellos que por un motivo u otro han caído en desgracia: los descartados en palabras del Papa Francisco.
Jesús puntualiza, a demás, en esta lectura (debería ser significativo para los que predican hoy lo contrario) que una vez en la otra vida hay una barrera infranqueable entre los que obraron bien y los que no, una barrera o un abismo que nadie puede atravesar para mejorar su condición.

Así pues, vemos, en este mensaje que nos lanza hoy Jesús, que el amor, la compasión por los demás se nos puede enfriar tanto, que a pesar de que un muerto venga a advertirnos de aquello que nos aguarda en la otra vida a consecuencia de nuestras acciones, no le haríamos caso.

Oración: buenos días Jesús mío y Dios mío, hoy en primer lugar quiero pedirte perdón por mis pecados, y por esta oportunidad que me otorgas de cambiar, de no pasar de largo o de puntillas por encima de las necesidades de tus hijos mis hermanos. De esta manera te pido, que tus palabras prevalezcan en mí, por encima de los desengaños, frustraciones, caídas y traiciones.
Señor ante tí, hoy reconozco mis miedos, mis limitaciones y mis debilidades, reconozco que sin tu amor y tú gracia ese corazón se me cierra y se muere. Hoy Señor con tu ayuda prometo renovar mi vida haciendo caso a tu Palabra. ¡Gracias Jesús por tu Vida, que sería de mí, si no te tuviese…!

Acerca de renaceralaluz

Decidí hace ya mucho tiempo vivir una vida coherente en razón de mis principios cristianos, lo que quiere decir que intento, en la medida que alcanzan mis fuerzas, llevar a la vida lo que el corazón me muestra como cierto: al Dios encarnado en Jesucristo con sus palabras, sus hechos y su invitación a salir de mi mismo para donarme sin medida. Adagio: El puente más difícil de cruzar es el puente que separa las palabras de los actos. Correo electrónico: 21aladinoalad@gmail.com

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