«pero si viene otro más fuerte que él y lo domina, le quita el arma en la que confiaba y reparte sus bienes.»
Jesús en el El evangelio de hoy, por boca de los fariseos, nos muestra la mezquindad de nuestra alma, la cual se niega a reconocer la evidencia, los hechos y la verdad cuando Jesús le devuelve el habla a un mudo. Así sucede en unos casos por envidia y en otros cuando confiando en nuestra sabiduría y fortaleza nos anclamos en el egoísmo y en nuestra área de confort, cuando no en el pecado.
Pero Jesús hoy, con un argumento aplastante, les hace ver a los fariseos que su poder no puede venir del demonio, porque éste, en su maldad y por principio, no puede hacer obras buenas ya que se destruiría a sí mismo.
Finalmente Jesús nos advierte que solo en Dios estamos a salvos del mal, que de nada sirve confiar en nuestro conocimiento y fortaleza porqué por debajo de Él, siempre habrá alguien u alguna otra fuerza del mal que nos arrebate aquello que nosotros creíamos tener a buen resguardo, ya sean bienes temporales o inmateriales como la estabilidad emocional y psíquica.
Oración: buenos días mi querido Jesús, gracias por esta mañana en la que sigues confiando en nosotros y nos ves, un día más, con ojos de misericordia. Te pedimos fe y fortaleza para no defraudar las expectativas, que como buena madre, paciente y confiada, sigues depositando sobre nosotros, para que actuemos en la voluntad de tú Padre amado. Te pedimos al mismo tiempo sinceridad de corazón y la suficiente humildad para reconocer lo vulnerables que somos: aún acompañados. Lo sabemos bien por las últimas tragedias que nos están asolando en los últimos años y todavía así nos resistimos a tu Palabra a cambiar; a reconocer que solo en tí está la Vida.
