«Nadie os quitará vuestra alegría»
Según el comentario que de este evangelio hace S. Agustín. Esa alegría que nadie nos arrebatará (recordemos que la lectura de la palabra siempre es actual) no se refiere a las primeras apariciones que Jesús hizo de si mismo a los discípulos poco después de resucitar, sino al gozo Eterno de ver a Dios cara a cara y conocerlo como él nos conoce, ahora, después de esta vida; a ese tiempo que se adentra en la Eternidad del que el mismo Pablo luego de sus experiencias místicas dijo: COSAS QUE OJO NO VIO, NI OÍDO OYÓ, NI HAN ENTRADO AL CORAZÓN DEL HOMBRE, SON LAS COSAS QUE DIOS HA PREPARADO PARA LOS QUE LE AMAN.
Pues sí, comparto esta visión de S. Agustín del Evangelio de hoy, porque aunque Jesús nos da y nos deja su paz -es una experiencia que podemos sopesar cuando comparamos nuestra vida antes y después de la conversión- no sucede en la misma medida con el gozo y la alegría.
De este modo, aún cuando tengamos pequeños momentos de gozo en la oración, nos duele en el alma (y mucho) observar, si no caemos en el auto engaño y observamos detenidamente la realidad del mundo, cómo este -por los intereses personales, cada uno a su nivel y en su grado de responsabilidad- se va adentrando cada vez más en el poder de las tinieblas, en el mal, en una espiral que no tiene fin. Algunos confían en el hombre, y así van de decepción en decepción, hasta que se vuelven a ilusionar con otro político o con otro líder mundial. Nosotros sabemos, en cambio, que cuanto más el hombre se aleja de Dios, más deviene éste en atropellos contra sus mismos congéneres. De esta guisa, aunque aparentemente en ciertas sociedades occidentales parezca que todo funcione, porque se oculte la decadencia humana, cuando no su degradación de tras de ciertos espejismo de bienestar y felicidad. Aberraciones que nisiquiera los pueblos más primitivos han llevado a cabo, a las que algunas de ellas nosotros mismos nos hemos asomado, sin querer, yendo de enlace en enlace o de clic en clic en la web.
Sí, todo lo anterior produce dolor, aunque no desesperanza al cristiano, porque en cualquier caso sabemos que Dios conduce la historia a pesar de la ceguera del hombre y de su empecinamiento por ejercer una libertad mal entendida, creyendo que la medida de todas las cosas (incluso el bien y del mal) es él mismo hombre. No sabemos si tendremos que soportar una nueva guerra mundial, como ha pasado otras peces para que el hombre vuelva por sus propios fueros a Dios o, en cambio, sea Dios mismo el que intervenga para que todo esto revierta con un punto y aparte, un comenzar de nuevo o un punto y final. Lo cierto es que parece que estamos tocando techo, que no se acaba un mal cuando llega otro, y siendo esto malo, como ya dije anteriormente, lo peor está tras bastidores, aquello que los medios ni se atreven a mostrar…, todo derivado del egoísmo y la degradación moral en la que ha caído la civilización occidental “democrática». La película parece que está llegando a su fin porque la realidad, que antes veíamos lejana, ya está tocando a la puerta, no obstante nosotros, por la misericordia de Dios, tenemos la entereza y la paz del que se sabe a salvo, y de este modo tenemos la certeza que tanto en la abundancia como en la escasez; así como en los contratiempos, siempre, Él, está con nosotros. Y a pesar que muchos ahora se alegren (como dice el evangelio hoy) y vivan como si estuviesen a salvos de todo -sin mirar para los lados-, nos traten con desdén e incluso lleguen un día a perseguirnos, al final la victoria será de nuestro Señor y de esta manera recordaremos lo que ya está escrito en la Palabra, en el Salmo 126:
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía soñar: la boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares. Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos».
El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres. Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas, cosechan entre cantares. Al ir, iba llorando, llevando la semilla; al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas.
https://evangeliodeldia.org/SP/gospel/2022-05-27