“Ustedes son la sal de la tierra». Con estas palabras de Jesús comienza el Evangelio de hoy. El cristiano y en concreto nosotros los católicos hemos de ser la sal de la tierra, ese condimento en la comida que siendo humilde en el plato sazone y de sabor a todo lo demás. En ocasiones los cristianos acomplejados por ser la parte menos numerosa y más opuesta a la cultura de la muerte de la sociedad actual, pretendemos pasar desapercibidos (insípidos), cuando no convertirnos en verdura o carne; pronto seremos langostas, gusanos o píldoras que será la alimentación del futuro. Poco a poco nos vamos diluyendo en medio del mundo sin darle sabor a éste, vivimos acomplejados en medio de de una sociedad que va a la ruina y al suicidio colectivo (ya real a gran escala en algunos sectores de la población) y poco, o nada hacemos, para decirle al mundo que hay una solución y que la solución, no es más de lo mismo (no es el materialismo, ya sabemos que a más dinero para educación y política de igualdad, menos preparación, más asesinatos y más violaciones) es decir, no es más ideología, sino más Jesús, que es el que nos da el sentido del hombre sobre la tierra por ser Él su creador y su imagen, y por tanto el sentido de toda realidad, de la naturaleza misma de las personas y las cosas. Nosotros somos la luz del mundo, pero para ser la luz del mundo tenemos que ser portadores de la luz de Cristo, que siendo sencillo, humilde, honesto, coherente, caritativo, misericordioso, entregado y obediente, no renunció por otro lado, a ser testigo de la verdad (a ser luz) a enseñar a los discípulos, a corregirlos, y a denunciar, por otro lado, la doble moral de los fariseos, no para que dejasen de predicar y reunirse en las sinagogas, sino para que se convirtiesen de corazón y dejasen una religión de memoria y preceptos exculpatorios, que no comprometían la vida personal, por el verdadero amor a Dios y al prójimo, que desde Moisés se les había prescrito. Ahora ya no tenemos justificaciones porque a partir de la venida de Jesús, no solo tenemos la prescripción, sino que también tenemos los medios, para poder concretarlo en obras, estos medios que Jesús nos ha dejado son, a saber, empezando por los evangelios, la vida de comunidad en la Iglesia, los sacramentos, la oración y toda la tradición y sabiduría que esa iglesia nos ha dejado a través de lo siglos por la acción del Espíritu Santo en ella.
Publicado por renaceralaluz el 7 junio, 2022 en Evangelio del día y etiquetado Luz del mundo, verdad y vida..