El evangelio de hoy nos vuelve a hablar del amor al prójimo, en este caso del amor al enemigo. Y la verdad es que, bien mirado, no somos muy diferentes a ellos, a los que consideramos malos o que actúan de mala manera contra nosotros. Por lo dicho, sólo hay que volver la vista atrás para darnos cuenta que no somos mejores que ellos, que en muchas ocasiones, llevados por los miedos, los complejos, los celos, la envidia, las pasiones de la carne, las mentiras del mundo, etc., hemos estado en el sitio que ellos están ahora, antes de conocer a Jesús; y que, incluso ahora, no estamos exentos de tropezar en alguna ocasión en la misma piedra como se suele decir. Por lo comentado anteriormente, hoy y siempre, como nos pide Jesús, tenemos que amar al enemigo, llevarlos al conocimiento del verdadero Amor de Jesús, que viene a liberarnos de todo lo que nos roba la paz, nos esclaviza, nos impide ver la luz y nos arrastra al individualismo y al enfrentamiento.
De esta manera pues, y reconociendo que no somos mejores que nuestros enemigos, que somos tan vulnerables como ellos, también sabemos que sólo en la Santísima Trinidad (Dios Padre, Hijo y Espitu Santo), junto con los Sacramentos, la Palabra y la esperanza de la Vida Eterna, encontramos el alimento que sostiene nuestro empeño para dejar atrás el hombre viejo de pecado que todos llevamos dentro, y que todos también, de una manera u otra deseamos soltar.

Oración: hoy te damos gracias Señor por tus entrañas de misericordia, porque como viajero asaltado y vapuleado en el camino, te has compadecido de nosotros, te has parado al borde de la cuneta, te has manchado con nuestra sangre, has lavado y limpiado nuestras heridas, nos has cargado a tus espaldas, nos has puesto a buen resguardo en tu Iglesia, junto a otros heridos, y nos has dado el alimento de vida para recuperar el aliento y las fuerzas. Señor, gracias, infinitas gracias te doy, porque cuando te hacía de lado, o incluso te injuríaba de palabra o de obras, nunca dejaste -como la mejor de las madres- de esperar en mí, de confiar en ese corazón que tú mismo me diste.


https://evangeliodeldia.org/SP/gospel/2022-06-14

Acerca de renaceralaluz

Decidí hace ya mucho tiempo vivir una vida coherente en razón de mis principios cristianos, lo que quiere decir que intento, en la medida que alcanzan mis fuerzas, llevar a la vida lo que el corazón me muestra como cierto: al Dios encarnado en Jesucristo con sus palabras, sus hechos y su invitación a salir de mi mismo para donarme sin medida. Adagio: El puente más difícil de cruzar es el puente que separa las palabras de los actos. Correo electrónico: 21aladinoalad@gmail.com

Puedes dejar tu opinión sobre esta entrada

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s