Evangelio según San Mateo 6,19-23.
Jesús dijo a sus discípulos:
No acumulen tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre los consumen, y los ladrones perforan las paredes y los roban.
Acumulen, en cambio, tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que los consuma, ni ladrones que perforen y roben.
Allí donde esté tu tesoro, estará también tu corazón.
La lámpara del cuerpo es el ojo. Si el ojo está sano, todo el cuerpo estará iluminado.
Pero si el ojo está enfermo, todo el cuerpo estará en tinieblas. Si la luz que hay en ti se oscurece, ¡cuánta oscuridad habrá!
Comentario: está claro que la riqueza no da la felicidad y que la ambición desmedida y el deseo por lo ajeno, nos cierran la puerta al cielo. La felicidad solo nos puede venir de parte de Dios, que es el que nos da la sabiduría y la paz para caminar desapegados de lo material, e incluso atravesar la enfermedad sin que está nos abata.
La riqueza nos esclaviza, y nos roba la paz: nos exclaviza porque hay que estar pendiente todo el tiempo por velar y de defender lo adquirido y, por otro lado, nos roba la paz porque entramos en el temor de perder lo ya adquirido. Y siendo esto malo, no es lo peor, lo malo como dice más abajo el evangelio es que el ojo -la puerta del alma- contamina y oscurece todo nuestro ser. Cuando préstamos demasiado atención a lo ajeno, sin agradecer a Dios lo que hemos recibido, nos vamos deslizando por una cloaca de dificil retorno, donde la envidia, la crítica, las sospechas infundadas, y el rencor, llevan a la división, a las luchas fraticidas, e incluso a desear el mal ajeno; esto si que contamina nuestro ser y nos separa de Dios.
Hay que poner límites a los sentidos especialmente a la vista, porque no sólo nos hace exclavos de la riqueza, sino de los apetitos carnales. Deseos que, enmuchos casos, llevan a la infidelidad destruyendo a las familias; cuando no, nos destruyen a nosotros mismos porque el pecado nos introduce, como dice la Palabra de Dios, en la muerte. (Romanos 6:23)
Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.
Oración: hoy Señor, me presento ante tí agradecido por todo lo que me has dado y que en ocasiones no se apreciar porque lo tengo a diario. Señor dame la alegría y la conformidad del pobre que pone toda su confianza en tí. Dame el ojo de los santos, para saber apreciar la transitoriedad de este mundo y aspirar solamente a los bienes espirituales, aquellos que me dan vida y paz, y me hacen vivir en tu Espíritu. Señor, dame fortaleza ante la tribulación y las mentiras del enemigo del alma que desea separarme de tí y, por ende, que no goce de tus promesas. Señor dame tu sabiduría -tu Santo Espíritu- para saber que viene de tí, y que viene de la concupiscencia de mi carne.
Señor te amo, no dejes que nada, ni nadie nos separe de tu amor. Gracias Padre Eterno, por habernos llevado a tu hijo, y darnos su salvación. Ten misericordia de todos los pecadores como la has tenido con nosotros, y aún más, para mayor gloria de tu Nombre. ¡Amén!
