En el Evangelio de hoy Jesús nos invita al cambio y nos pone como modelo a los niños, que son alegres, sencillos, espontáneos, generosos; que viven sin prisas, fuera del tiempo, gozando de la naturaleza, del juego, de la amistad a la que se entregan sin prejuicios. Siempre confían, se dan sin medida, especialmente confían en su Padre que los sacará de todo peligro; con él de la mano, pueden pasar por enmedio de un campo de batalla sin ningún temor. Ellos, por otro lado, no guardan rencor eternamente, no juzgan e interpretan lo que hay en el cofre del corazón ajeno, porque si en el suyo no hay maldad tampoco la puede haber en el de los demás (ni se lo plantean). Cuando aman, lo hacen de verdad, desinteresadamente, sin buscar recompensa.

Con este corazón puro nos creó Dios, a imagen suya, y a él desea que regresemos para que se realice ese paraíso en la tierra que Él, desde un principio, tenía en su pensamiento para nosotros. Por eso Jesús, amonesta de manera contundente a todos aquellos que se aprovechan de la inocencia y la bondad de un niño; porque rompen desde temprana edad el corazón de Dios en esos pequeños, y los predispone a caer en terreno del enemigo (de Satanás), a la desconfianza, al miedo, a la inseguridad, a la venganza, a la depresión; tal vez, incluso, arrepentir el modelo del que abusó de él, que es aún peor. ¡Hay de aquél que escandalice a uno de estos pequeños…! Incluso a aquellos que conservan de mayores el corazón de un niño. Pidamos entonces a Dios que libre a los inocentes del mal, tal y como nos enseña el Padre nuestro, que no nos olvidemos de ellos en nuestras oraciones. Pero que también libre a los adultos, sin juzgar a nadie, de las garras del enemigo, de la perversión, de los complejos, del pecado, porque son el modelo en que se miran esos pequeños y el futuro de un mundo mejor o, por el contrario, de un mundo cada vez más insufrible, un mundo que nos cierra las puertas del Reino de Dios.

Hoy con este evangelio, se hace más necesario que nunca recitar con todo fervor y poner en práctica la oración de S. Francisco por la paz.

Señor, haz de mí un instrumento de tu paz.
Que allá donde hay odio, yo ponga el amor.
Que allá donde hay ofensa, yo ponga el perdón.
Que allá donde hay discordia, yo ponga la unión.
Que allá donde hay error, yo ponga la verdad.
Que allá donde hay duda, yo ponga la Fe.
Que allá donde desesperación, yo ponga la esperanza.
Que allá donde hay tinieblas, yo ponga la luz.
Que allá donde hay tristeza, yo ponga la alegría.

Maestro, que yo no busque tanto ser consolado, cuanto consolar,
ser comprendido, cuanto comprender,
ser amado, cuanto amar.
Porque es dándose como se recibe,
es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra a sí mismo,
es perdonando, como se es perdonado,
es muriendo como se resucita a la vida eterna.
Amén.

https://evangeliodeldia.org/SP/gospel/2022-08-09

Acerca de renaceralaluz

Decidí hace ya mucho tiempo vivir una vida coherente en razón de mis principios cristianos, lo que quiere decir que intento, en la medida que alcanzan mis fuerzas, llevar a la vida lo que el corazón me muestra como cierto: al Dios encarnado en Jesucristo con sus palabras, sus hechos y su invitación a salir de mi mismo para donarme sin medida. Adagio: El puente más difícil de cruzar es el puente que separa las palabras de los actos. Correo electrónico: 21aladinoalad@gmail.com

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